miércoles, 13 de abril de 2016

LAS MUJERES DE ROJO


En la ficción de la película 'La Mujer de Rojo', se cuenta la historia de Teddy Pierce, un solterón maduro al que le cuesta relacionarse con mujeres y que se da cuenta de que tiene que cambiar cuando conoce a Charlotte, completamente vestida de rojo e imitando la famosa escena de Marilyn Monroe en la que se le volaba el vestido al estar encima del respiradero del metro. El protagonista se vuelve loco y empieza a maquinar cómo seducirla, aunque ni se imagina cómo reaccionará ella...

En la realidad de mi vida, el solterón (que no sé si ya debe considerarse 'maduro') soy yo, y aunque nunca he tenido problemas con las artes amatorias, me di cuenta de que tenemos que cambiar cuando conocí a las mujeres de rojo. Me volví loco cuando las vi ayer, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, clasificándose  para la Eurocopa de 2017 al derrotar a la República de Irlanda. Les estoy hablando de la Selección Española Femenina y les voy a contar por qué tenemos que dejar que nos seduzcan, aunque ni me imagino cómo reaccionarán ustedes...


Todo comenzó cuando en la tarde del lunes, anteayer, me encontré por casualidad, mientras navegaba por la red, con el siguiente anuncio: "Martes 12 de abril, 18:00, Ciudad del Fútbol de Las Rozas: España-Irlanda. Partido clasificatorio para el Europeo femenino de 2017. Entrada gratuita hasta completar aforo".


¿Qué plan mejor iba a tener para esa tarde libre? Volver a la Ciudad del Fútbol, en la que estuve hace muchos años, pero no desde que vivo en Madrid, a ver un partido allí, cosa que nunca había hecho, y además uno definitivo para la clasificación para un torneo femenino, algo de lo que tampoco había disfrutado a este nivel...






Por las cosas del transporte público de Madrid, sumadas a las mías, que no soy el más habilidoso para el tema de la orientación, llego al partido 10 minutos tarde. Me pierdo los prolegómenos y la liturgia de los himnos, algo que me encanta presenciar en estos encuentros de tipo internacional. Pero bueno, ya estoy allí y lo primero que me llama la atención es que el campo en el que se disputa el partido sólo tiene una grada. La lateral del lado de los banquillos, en los fondos ninguna.Y lo segundo que me sorprende es que está prácticamente llena. Hay algunos asientos sueltos libres entre el gentío, y tengo la suerte de que uno de esos está justo a media altura de la grada y frente a la línea divisoria, mi lugar favorito para sentarme a disfrutar de un partido. Creo que es donde mejor se ve el fútbol, con la perspectiva suficiente para que la vista te llegue a lo largo de una portería a la otra y a lo ancho entre las dos bandas.


Nada más ponerme cómodo, una jugada en banda de Alexia Putellas arranca un "¡Ooohh!" de la grada, aunque el centro posterior no acaba por definirse. Debo reconocer que antes del partido de ayer, la extremo izquierdo del Barça era la única jugadora de la que tenía conocimiento, aparte, claro está, de la súper estrella y goleadora Vero Boquete. Precisamente estas dos jugadoras fueron protagonistas de la primera acción del partido, cuando un penalti cometido sobre la primera fue ejecutado por la segunda y detenido por la portera irlandesa. Esto fue antes de que yo llegara al campo, y por buscarle el lado bueno, no me perdí el primer gol. Tuve la suerte de que a mi lado se sentaba una aficionada, jugadora amateur por lo que pude saber, que además era una gran entendida en lo que a fútbol femenino y a las chicas de La Roja se refiere. Gracias a ella, me fui enterando de nombres y datos de varias jugadoras. 






En la media hora larga que pude ver del primer acto, las españolas, como no podía ser de otra manera, mandaron en lo referente a la posesión y la intención de juego. Pero estuvieron imprecisas en el remate y tuvieron un par de descuidos defensivos que provocaron que al final, en lo que a ocasiones o llegadas claras se refiere, la cosas quedase equilibrada, con un par para cada lado.


La segunda parte fue otra historia. El míster Jorge Vilda daría las indicaciones oportunas además de hacer un par de cambios, y el equipo mejoró. El primer gol llegó tras una jugada en la que combinaron en una hermosa pared en banda izquierda la recién ingresada Vicky Losada y la citada Alexia Putellas, que puso un centro raso al primer palo en donde esperaba la gran Vero Boquete (única futbolista española que ha ganado la Champions League, considerada permanentemente entre las cinco mejores de Europa y las diez mejores del mundo), que como buena '9', no dudó en tirarse al suelo para mandarla adentro en el primer palo. España siguió mandando, con una imperial Virginia Torrecilla (para mí la mejor del partido), que es el tipo de mediocentro que todo entrenador quiere tener: con presencia física y con calidad, roba, distribuye, pasa en corto y en largo, ayuda en defensa y se suma al ataque, y una destacada actuación de la mediapunta Amanda Sampedro, con su juego imprevisible entre líneas, eléctrica, muy rápida y habilidosa, la más desequilibrante de las nuestras al menos según lo que pude ver ayer. El segundo tanto, demostrando el acierto de Vilda en el cambio, llevó la firma nuevamente de Vicky, en la asistencia, y otra vez de Vero, en el remate de cabeza a la altura del punto de penalti de un preciso centro desde la banda izquierda. En los últimos compases del partido,  Jenni Hermoso aprovechó los pocos minutos de los que dispuso y un balón suelto en la frontal para establecer el 3-0 definitivo con un preciso y sutil remate de zurda que entró junto al palo de la portería irlandesa.


Después del pitido final, todas las chicas se abrazaron en el centro del campo y agradecieron el apoyo de los aproximadamente 1.000 afortunados que estuvimos allí. Algunas se acercaron a la grada a firmar autógrafos y sacarse fotos, muchas de las cuales sacaron ellas mismas con el móvil de los aficionados y el grupo detrás. La más solicitada de lejos, Vero Boquete, que no sólo fue la bigoleadora del encuentro sino que lo es todo en esta selección: capitana, estrella y líder, manda mucho en el campo y se nota que también en el vestuario. Me enteré por la entendida aficionada que se sentaba a mi lado de que celebra sus goles haciendo el gesto del pulpo en homenaje a su tierra gallega. "¡Vero, eres mi 'ídola'!", le gritó una niña cuando se acercó a la grada. Mayoría de público femenino, con una gran presencia de escuelas de fútbol de chicas, entre las que distinguí la del Rayo Vallecano, en medio de otros escudos más modestos que escapaban a mi control.






Ayer por primera vez en mi vida presencié un partido de fútbol de categoría absoluta en el que no escuché ni un solo improperio durante 90 minutos. Un ejemplo de juego limpio en el campo y en la grada. Es casi imposible que el fútbol femenino llegue al nivel físico, y sobre todo mediático, que tienen los partidos de hombres. Pero es imposible, sin el "casi", que el fútbol masculino llegue al nivel de deportividad y compañerismo que se ve en los partidos de mujeres. La entrada gratuita fue uno de los atractivos que me llevaron ayer a la Ciudad del Fútbol. Pero a partir de hoy puedo decir que pagaría gustosamente por ver el espectáculo que dan estas chicas sobre el terreno de juego. Y me comprometo a seguir conociendo más a fondo este otro fútbol que tanto y tantos desconocemos. A seguir aprendiendo de ellas y con ellas. Estuve en cuerpo en Madrid en la clasificación para la Eurocopa de 2017 y estaré en alma en los Países Bajos cuando se dispute la fase final del torneo.


Desde aquí pido todo el apoyo para el fútbol femenino español, pongamos nuestro granito de arena para que siga creciendo y por qué no, soñar con que, igual que hicieron los hombres, un día Las Mujeres de Rojo se conviertan en Las Chicas de Oro.





©Miguel Pérez Duque 2016 Todos los derechos reservados.