martes, 24 de mayo de 2016

SFC, EL PENTACAMPEÓN CENTENARIO


El Sevilla Fútbol Club ha dejado de ser un equipo simpático. Ha dejado de caerle bien a mucha gente. Ha dejado de recibir halagos de aficionados a lo largo y ancho de nuestra geografía. Lejos queda el año 2006, cuando bajo la dirección de Juande Ramos y tras el inolvidable golazo del eterno Antonio Puerta, toda España vibraba con su clasificación para la final de la Europa League. Lejos queda esa época en la que todo el mundo sonreía al escuchar el himno de 'El Arrebato'. Lejos queda el tiempo en que todos apoyaban al Sevilla en las competiciones internacionales porque siempre gusta 'el triunfo del humilde'. Para muchos, ya es competencia. A algunos, ya los ha superado. ¿Hay alguna prueba mayor de que el Sevilla es ya un equipo grande? Un Grande, con mayúsculas, de España y de Europa.



Todo empezó con Joaquín Caparrós, sevillano y sevillista, que cogió las riendas del equipo de Nervión en el año 2000, y bajo la tutela del que hoy puede ostentar el título honorífico de 'Mejor Director Deportivo del Mundo', Monchi, fue creciendo año a año y alcanzando y superando sus objetivos, desde el ascenso a Primera División hasta la clasificación europea en dos temporadas consecutivas, acabando su periplo en el año 2005.


Para la 2005-2006, llega Juande Ramos al banquillo, el equipo da un salto de calidad y la historia pega un vuelco. A comienzos de temporada, para conmemorar el centenario del club, se juega un amistoso contra la mejor selección de todos los tiempos: Brasil, precisamente y como un guiño a lo que vendría, la única Pentacampeona de su competición fetiche (el Mundial). Se estrena el Himno Oficial del Centenario, obra de 'El Arrebato'. Un himno que ganaría partidos como ningún otro. ¿La prueba? En sus cien primeros años de historia, el Sevilla había ganado 4 títulos (1 Liga y 3 Copas del Rey). En los diez siguientes, ha ganado 9 (1 Supercopa de España, 1 Supercopa de Europa, 2 Copas del Rey y 5 Europa Leagues).  





Tras el citado gol al Schalke 04 en semifinales de la Europa League, llega un día histórico para el sevillismo: es el 10 de mayo de 2006 y el equipo rojiblanco conquista su primer título internacional tras golear por 4-0 al Middlesbrough FC en la final de Eindhoven. Frederic Kanouté, al que muchos consideran el mejor jugador de la historia del club, y sin duda el mejor que yo he visto, hace uno de los tantos, el que cierra la mágica goleada.


Al comenzar la temporada siguiente, 2006-2007, hasta el día de hoy la mejor de su historia, el Sevilla se mide al Fútbol Club Barcelona (Campeón de Champions) en la Supercopa de Europa. Nada menos que al equipo de los Puyol, Xavi, Iniesta, Ronaldinho, Eto'o y, aunque todavía no era el jugador legendario que es hoy, Messi. Pero los Alves, Puerta, Navas, Kanouté y Luis Fabiano les pasaron por encima. 3-0 y el recuerdo del mejor penalti que he visto tirar nunca; el de Enzo Maresca para sentenciar el partido. La rompió mandándola a la escuadra, en un resumen de lo que fue el partido y un aviso de lo que estaba por llegar: el Sevilla vencía y convencía, jugaba bien y bonito. En esa temporada llegaría la segunda Europa League consecutiva, después del ya mítico gol de Andrés Palop de cabeza a la salida de un córner en una de las eliminatorias previas. Ganó la final en los penaltis al Espanyol, la Copa del Rey por 1-0 al Getafe con gol una vez más de Kanouté, y terminó 3º en una Liga en la que peleó por el título hasta la última jornada. Como premio a todo lo anterior, la IFFHS lo nombró Mejor Equipo del Mundo. "El arte de su fútbol comenzaba a no tener rival..."


Las temporadas siguientes, con Manolo Jiménez, un hombre de la casa, al mando, destaca un nuevo 3er puesto en Liga en la 2008-2009 y una nueva Copa del Rey en 2009-2010, ganada al Atlético de Madrid en la final del Camp Nou. 1-0 con el zurdazo de Diego Capel y Antonio Álvarez al mando tras la destitución de Jiménez, que lo había clasificado para el partido definitivo.





Ya en 2013-2014, Unai Emery llega al banquillo del conjunto hispalense y comienza la mejor época de su historia. Hasta hoy ha ganado 3 Europa Leagues consecutivas, convirtiéndose en el primer entrenador que lo consigue de forma consecutiva y en el mismo club: al Benfica en los penaltis, al Dnipro por 3-2 en 2015, con goles de Krychoviak y Bacca por partida doble, y la semana pasada nada menos que al Liverpool por 3-1, un equipo 18 veces campeón de Inglaterra y 5 de Europa. En la primera parte, el equipo inglés fue muy superior, pero no remató el partido, pues los de Emery ya tienen 'la suerte del campeón'. Y como "dicen que nunca se rinde",  en la segunda, los andaluces fueron un vendaval. Gameiro empató nada más empezar y el capitán Coke, que no se distingue precisamente por su facilidad goleadora, hizo no uno, sino dos, remontando el marcador y llevándose el MVP del partido. El Sevilla Fútbol Club se convertía en el dominador absoluto del torneo con 5 títulos, poniendo tierra de por medio con sus más inmediatos perseguidores: el propio Liverpool, el Inter y la Juve, que tienen 3. El club centenario ya era Pentacampeón.


De las cinco finales de Europa League que ha disputado el Sevilla, lo he apoyado claramente en tres: la primera, cuando no había ganado ningún título internacional, la tercera y la cuarta, simplemente porque jugaba contra equipos extranjeros. En la segunda, quería que ganase el Espanyol por aquello de ir con el más débil, y también porque habían perdido una final 20 años antes y no habían conseguido ningún título. Y en la de la semana pasada, tuve una sensación contradictoria: por una parte, quería que ganase el Sevilla por ser un equipo español, por Emery -que es un tipo que me cae muy bien y un entrenador que me gusta mucho, no obstante y con los números en la mano, ya el más ganador en la historia del Sevilla y considerado el mejor estratega de la Liga-, por mi paisano Vitolo...y por la otra, quería que ganase el Liverpool porque es mi equipo inglés, porque viví un año y medio en aquel país, por Steven Gerrard que es uno de mis jugadores favoritos de siempre...al final, vi la final sin sufrir. No celebré ningún gol pero me alegré por el Sevilla como me hubiese alegrado por el Liverpool.





Anoche tuve la suerte de estar en el Calderón, y aunque soy aficionado del Barça, como siempre digo, primero soy del fútbol. Por eso prefiero sentarme en el centro del campo, donde se ve mejor todo, antes que en uno de los fondos. En lo que al juego se refiere, pude ver una de las mejores finales de Copa que se recuerdan: dos equipos con estilos diferentes, ambiciosos y queriendo ganar, el Sevilla tuvo el partido en su mano pero se le escapó, el Barça supo sufrir y lo aprovechó. Los sevillanos fueron un dignísimo rival que, por enésima vez, puso contra las cuerdas al Barça. El mejor del partido, Iniesta. Sergio Rico, uno de nuestros porteros para la Eurocopa, providencial. El que lo decidió, como casi siempre, Messi



En ocasiones perdía la pista de lo que estaba pasando en el terreno de juego porque en las gradas había otro partido. Y como si de uno de tenis se tratara, miraba alternativamente a un lado y al otro; a mi izquierda, la afición de mi equipo, que buscaba un nuevo doblete; a mi derecha, la del Sevilla, que luchaba por el segundo suyo. Y tengo que decir, que tanto visual como acústicamente, los de Nervión ganaron por goleada. Y no sólo durante el partido, sino que además, después de acabar, los rojiblancos celebraron más el subcampeonato que los azulgranas el campeonato. Un auténtico espectáculo. Se te ponía la piel de gallina y te podías llegar a emocionar aún siendo del rival. Eso, sumado a aquello de "...Y es por eso que hoy vengo a verte..." me hace saber que algún día pagaré una entrada en el Ramón Sánchez Pizjuán sólo por vivirlo en directo. Debe ser una experiencia futbolística inolvidable estar en ese estadio lleno hasta la bandera mientras la megafonía reproduce a todo volumen y/o la afición canta a capella el himno más bonito jamás escrito en la lengua de Cervantes. Porque en ese momento, lo tengo claro: cuando suena 'El Arrebato', todos somos del Sevilla.





©Miguel Pérez Duque 2016 Todos los derechos reservados.